¡TOMAD LAS ARMAS DE DIOS!

Por eso, tomad las armas de Dios,
para que podáis resistir en el día malo,
y después de haber vencido todo, manteneros firmes.
¡En pie!, pues; ceñida vuestra cintura con la Verdad
y revestidos de la Justicia como coraza,
calzados los pies con el Celo por el Evangelio de la paz,
embrazando siempre el escudo de la Fe,
para que podáis apagar con él
todos los encendidos dardos del Maligno.
Tomad, también, el yelmo de la salvación
y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios;
siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu,
velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos... (Ef 6,13-18)

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